El Milagro congregó a 800 mil personas por las calles de Salta
Un día después de la beatificación del cura Brochero en Córdoba, tuvo lugar en el noroeste la fiesta religiosa más convocante del país. Un océano de fieles llegados de toda la provincia recorrieron 17 cuadras en procesión.
La ceremonia empezó oficialmente a las 15, cuando las campanas de la histórica Catedral de Salta sonaron durante 15 minutos, alborotando a los
pájaros de la plaza Nueve de Julio. Estaba a punto de comenzar la más importante y concurrida fiesta religiosa del país.
Una hora después, la multitud aplaudió, rezó y lloró al paso de las imágenes de la Virgen del Milagro, santo patrono de la provincia. Si bien es una fiesta que convoca a fieles de todas las provincias argentinas, el fuerte tradicionalismo de Salta le imprime a la celebración un contenido local indisimulable. De acuerdo a las cifras oficiales, más de 800 mil personas marcharon por las calles de Salta capital, un récord de asistencia.
El párroco que ofició de maestro de ceremonias dejó bien en claro que nadie necesita internas: "Tenemos un Papa argentino que palpita con el milagro y por estos días, la celebración del Cura Brochero hace que el milagro sea más milagro aún."
UNA TRADICIÓN CENTENARIA. Cuentan los salteños que, en la fundación de la ciudad, en 1582, el entonces obispo del Tucumán fray Francisco de Vitoria, prometió traer de España una imagen de Cristo para la modesta basílica de la ciudad.
Al parecer, el barco que la traía naufragó, pero el cajón donde la transportaban (junto con una imagen de la Virgen del Rosario para Córdoba) fue encontrado en el puerto del Callao, Perú, y devuelto a su destino.
Quedó guardada durante un siglo en la sacristía de la iglesia matriz salteña, y tras los fuertes temblores y terremotos de 1692, que destruyeron por completo la ciudad de Esteco y provocaron destrozos en Salta, se encontró una imagen de la Inmaculada en el suelo de la sacristía, a los pies del Cristo olvidado.
El pueblo salteño interpretó esto como una señal de que debían entronizar en el altar mayor al Señor y a la Virgen, que desde entonces son llamados "de los Milagros". La ciudad no volvió a sufrir temblores de aquella magnitud y la devoción de los salteños no hizo otra cosa que crecer.
La ceremonia empezó oficialmente a las 15, cuando las campanas de la histórica Catedral de Salta sonaron durante 15 minutos, alborotando a los
pájaros de la plaza Nueve de Julio. Estaba a punto de comenzar la más importante y concurrida fiesta religiosa del país.
Una hora después, la multitud aplaudió, rezó y lloró al paso de las imágenes de la Virgen del Milagro, santo patrono de la provincia. Si bien es una fiesta que convoca a fieles de todas las provincias argentinas, el fuerte tradicionalismo de Salta le imprime a la celebración un contenido local indisimulable. De acuerdo a las cifras oficiales, más de 800 mil personas marcharon por las calles de Salta capital, un récord de asistencia.
El párroco que ofició de maestro de ceremonias dejó bien en claro que nadie necesita internas: "Tenemos un Papa argentino que palpita con el milagro y por estos días, la celebración del Cura Brochero hace que el milagro sea más milagro aún."
UNA TRADICIÓN CENTENARIA. Cuentan los salteños que, en la fundación de la ciudad, en 1582, el entonces obispo del Tucumán fray Francisco de Vitoria, prometió traer de España una imagen de Cristo para la modesta basílica de la ciudad.
Al parecer, el barco que la traía naufragó, pero el cajón donde la transportaban (junto con una imagen de la Virgen del Rosario para Córdoba) fue encontrado en el puerto del Callao, Perú, y devuelto a su destino.
Quedó guardada durante un siglo en la sacristía de la iglesia matriz salteña, y tras los fuertes temblores y terremotos de 1692, que destruyeron por completo la ciudad de Esteco y provocaron destrozos en Salta, se encontró una imagen de la Inmaculada en el suelo de la sacristía, a los pies del Cristo olvidado.
El pueblo salteño interpretó esto como una señal de que debían entronizar en el altar mayor al Señor y a la Virgen, que desde entonces son llamados "de los Milagros". La ciudad no volvió a sufrir temblores de aquella magnitud y la devoción de los salteños no hizo otra cosa que crecer.