Editorial de Prensa Obrera Nº 1300. El impasse político y los trabajadores
Por Jorge Altamira
No solamente el gobierno, sino la situación política de conjunto se encuentran empantanados. La estantería resiste en forma precaria. Cualquier movimiento amenaza con derribarla. El anuncio de que se tomarían los precios de mercado como base del impuesto a la riqueza puso ‘groggy’
a la gestión de Capitanich, la cual había ingresado en un estado de hibernación como consecuencia de su reacción ante la crisis policial en Córdoba. Nada ilustra mejor, precisamente, el momento político que lo ocurrido con los amotinamientos policiales y los cortes masivos de energía: el gobierno no ha hecho nada en ninguno de los dos casos a pesar de su gravedad, de las advertencias y amenazas que fueron proferidas en ambos, y de que podrían repetirse en cua! lquier momento.
Remarquemos que el lobo no está
En el plano de la economía es donde mejor se manifiesta el impasse general. La carestía alimentaria no tiene precedentes desde la bancarrota de 2001. El llamado acuerdo de precios ha dado paso a una remarcación sin precedentes. El dólar supera alegremente los once pesos, sin que lo detenga la legalización del mercado paralelo que opera en la Bolsa ni la venta incesante de bonos en dólares de la Anses, o el otorgamiento -a los monopolios cerealeros- de un premio cambiario que consiste en un certificado en dólares, a una tasa de interés elevada, por los dólares que deberían ingresar por las exportaciones (las que, en cambio, retienen). Los macaneadores habituales del oficialismo han comenzado a descubrir que los puertos privados favorecen la subfacturación de las exportaciones y que la mayor parte del comercio exterior se realiza a través de mercados intermediarios (“triangulación”) para consumar, precisamente, este tipo de fraude. Del “desendeudamiento” (la Anses reemplazando a los acreedores internacionales) se ha pasado al reendeudamiento (los acreedores internacionales comprando barato los bonos en poder de la Anses). Esta operación implica una pérdida contable y real enorme para la Anses, que tiene anotados esos bonos a su valor nominal. Los K han instaurado un cuádruple mercado cambiario -el comercial, el bursátil, el del turismo y el negro- sin ningún beneficio pero con todas sus desventajas. Desde los malogrados Cedines y Baades, los ‘economistas’ K no dan pie con bola: a pesar de la devaluación acelerada en todos los mercados, no ingresa un ‘verde’ ni en pleno verano.
El cisne negro
El escenario de impasse ha sido (mal) interpretado por la inmensa mayoría de los analistas como un síntoma de que la situación aguanta hasta finales de 2015. Una caracterización de este tipo revela una ignorancia fenomenal de la historia: el estallido es siempre precedido por un inmovilismo que abraza al conjunto de los protagonistas políticos oficiales. La mediación entre el impasse y la ruptura la cumple el detonante. La sacudida podría ser provocada por un derrumbe (que se anuncia) de la lira turca o de la calificación de Brasil o algún fallo inconveniente sobre la deuda externa en litigio. Lo mismo podría ocurrir con un revés judicial para Boudou o para Báez -el cura designado en el Sedronar ya ha salido a denunciar que se ha encontrado una cueva de corrupción. La otra variable es la incertidumbre sobre la enfermedad de CFK.
El inmovilismo oficial está representado en forma cabal por el ministro Kicillof, al cual todos juzgan, por el contrario, como muy movedizo. El ‘soviético’ le ha asegurado a su jefa que tiene el paquete bien atado a partir de su alianza con Chevron y con los fondos internacionales que participaron del canje. Kicillof representa al capital extranjero en el gabinete nacional. Pero la propuesta de esos fondos para solucionar la crisis con los fondos buitres y las inversiones extranjeras para explotar el petróleo y el gas no convencionales, solamente podrían fructificar si el gobierno las complementa con la megadevaluación del peso oficial y la liberación de cambio extranjero. O sea con un Rodrigazo. Chevron ya ha comenzado a ingresar los pocos dólares que ha comprometido p! or el mercado de la Bolsa en lugar de hacerlo por el oficial. Kicillof acaba de rechazar una propuesta de crédito internacional debido a la tasa usuraria que la acompañaba, arriba del 15%; aceptarla habría significado acabar, en un par de semanas, como De la Rúa-Cavallo. Pero no ocurrirá lo mismo con la segunda o tercera oferta. El capital internacional está diciendo que está dispuesto a apoyar financieramente una devaluación del peso y la liberación del mercado de cambios -de ningún modo a evitarlas.
Retirada estratégica
Las propuestas de salida abundan y son coincidentes, pero nadie mueve la pieza. González Fraga se decidió, por fin, a reclamar la devaluación integral -previo desdoblamiento del mercado cambiario. Melconian ya no mastica palabras: la salida -dijo- pasa por una recesión fuerte. Nadie, sin embargo, logra reunir una masa crítica para provocar la crisis política que daría paso a esa salida. Las principales cámaras de empresarios, incluidas las extranjeras, han comenzado a reunirse para discutir temas que calificaron de “institucionales”. El “círculo rojo” ya está dibujando alternativas. Rodolfo Terragno piensa que la crisis en curso termina con el presidencialismo y que habría que ir a un régimen parlamentario.
La retirada estratégica del kirchnerismo pasa por el intento de copar el Poder Judicial, para cuidar sus huesos y sus cajas. La aplicación de la ley de medios se encuentra paralizada por las idas y vueltas de los propios empresarios K, incluidos eventuales acuerdos con Clarín. El otro aspecto de la retirada es Milani, del cual espera el apoyo en caso de crisis política. Carlos Pagni, el columnista de La Nación, advirtió que lo mismo esperaba Salvador Allende cuando nombró a Pinochet (y los laderos de Isabelita y los radicales cuando encumbraron a Videla como jefe del Ejército).
En la burocracia sindical, la novedad más relevante es el giro de Gerardo ‘601’ Martínez hacia la oposición y las declaraciones cada vez más “destituyentes” del ‘tranviario’ Fernández y del ‘fraternal’ Maturano. La burocracia sindical opera en relación estrecha con el ‘vaticano’ Francisco, quien acaba de pedir -nada menos que a De Mendiguren- que “cuiden a Cristina”. Es una clara alusión de Bergolio a una incapacidad de CFK para seguir gobernando. La cumbre de Mar del Plata convocada por Moyano, Barrionuevo y Fernández -a la que prometen asistir Scioli, De la Sota y Massa- tiene por objetivo dejar armada la sucesión anticipada de Cristina. Este frente considera que de lo contrario todo se desmadra! , sin alternativa. Pero todavía hay que sacudir el árbol.
Inquietud popular
En contraposición con este impasse que se disimula con ajetreos que apenas ocultan su línea conspirativa, las inquietudes se multiplican entre los trabajadores por los motivos más diversos: despidos, reclamos salariales, cortes de luz; crisis de salud, educación y vivienda; crisis provinciales y la continua operación de la mafia de la trata. Llamamos a apoyar todos estos reclamos y, particularmente, el salario mínimo de ocho mil pesos, con el planteo de que las organizaciones obreras convoquen a un congreso de trabajadores para impulsar un plan de lucha y un programa económico y político alternativo de la clase obrera.
No solamente el gobierno, sino la situación política de conjunto se encuentran empantanados. La estantería resiste en forma precaria. Cualquier movimiento amenaza con derribarla. El anuncio de que se tomarían los precios de mercado como base del impuesto a la riqueza puso ‘groggy’
a la gestión de Capitanich, la cual había ingresado en un estado de hibernación como consecuencia de su reacción ante la crisis policial en Córdoba. Nada ilustra mejor, precisamente, el momento político que lo ocurrido con los amotinamientos policiales y los cortes masivos de energía: el gobierno no ha hecho nada en ninguno de los dos casos a pesar de su gravedad, de las advertencias y amenazas que fueron proferidas en ambos, y de que podrían repetirse en cua! lquier momento.
Remarquemos que el lobo no está
En el plano de la economía es donde mejor se manifiesta el impasse general. La carestía alimentaria no tiene precedentes desde la bancarrota de 2001. El llamado acuerdo de precios ha dado paso a una remarcación sin precedentes. El dólar supera alegremente los once pesos, sin que lo detenga la legalización del mercado paralelo que opera en la Bolsa ni la venta incesante de bonos en dólares de la Anses, o el otorgamiento -a los monopolios cerealeros- de un premio cambiario que consiste en un certificado en dólares, a una tasa de interés elevada, por los dólares que deberían ingresar por las exportaciones (las que, en cambio, retienen). Los macaneadores habituales del oficialismo han comenzado a descubrir que los puertos privados favorecen la subfacturación de las exportaciones y que la mayor parte del comercio exterior se realiza a través de mercados intermediarios (“triangulación”) para consumar, precisamente, este tipo de fraude. Del “desendeudamiento” (la Anses reemplazando a los acreedores internacionales) se ha pasado al reendeudamiento (los acreedores internacionales comprando barato los bonos en poder de la Anses). Esta operación implica una pérdida contable y real enorme para la Anses, que tiene anotados esos bonos a su valor nominal. Los K han instaurado un cuádruple mercado cambiario -el comercial, el bursátil, el del turismo y el negro- sin ningún beneficio pero con todas sus desventajas. Desde los malogrados Cedines y Baades, los ‘economistas’ K no dan pie con bola: a pesar de la devaluación acelerada en todos los mercados, no ingresa un ‘verde’ ni en pleno verano.
El cisne negro
El escenario de impasse ha sido (mal) interpretado por la inmensa mayoría de los analistas como un síntoma de que la situación aguanta hasta finales de 2015. Una caracterización de este tipo revela una ignorancia fenomenal de la historia: el estallido es siempre precedido por un inmovilismo que abraza al conjunto de los protagonistas políticos oficiales. La mediación entre el impasse y la ruptura la cumple el detonante. La sacudida podría ser provocada por un derrumbe (que se anuncia) de la lira turca o de la calificación de Brasil o algún fallo inconveniente sobre la deuda externa en litigio. Lo mismo podría ocurrir con un revés judicial para Boudou o para Báez -el cura designado en el Sedronar ya ha salido a denunciar que se ha encontrado una cueva de corrupción. La otra variable es la incertidumbre sobre la enfermedad de CFK.
El inmovilismo oficial está representado en forma cabal por el ministro Kicillof, al cual todos juzgan, por el contrario, como muy movedizo. El ‘soviético’ le ha asegurado a su jefa que tiene el paquete bien atado a partir de su alianza con Chevron y con los fondos internacionales que participaron del canje. Kicillof representa al capital extranjero en el gabinete nacional. Pero la propuesta de esos fondos para solucionar la crisis con los fondos buitres y las inversiones extranjeras para explotar el petróleo y el gas no convencionales, solamente podrían fructificar si el gobierno las complementa con la megadevaluación del peso oficial y la liberación de cambio extranjero. O sea con un Rodrigazo. Chevron ya ha comenzado a ingresar los pocos dólares que ha comprometido p! or el mercado de la Bolsa en lugar de hacerlo por el oficial. Kicillof acaba de rechazar una propuesta de crédito internacional debido a la tasa usuraria que la acompañaba, arriba del 15%; aceptarla habría significado acabar, en un par de semanas, como De la Rúa-Cavallo. Pero no ocurrirá lo mismo con la segunda o tercera oferta. El capital internacional está diciendo que está dispuesto a apoyar financieramente una devaluación del peso y la liberación del mercado de cambios -de ningún modo a evitarlas.
Retirada estratégica
Las propuestas de salida abundan y son coincidentes, pero nadie mueve la pieza. González Fraga se decidió, por fin, a reclamar la devaluación integral -previo desdoblamiento del mercado cambiario. Melconian ya no mastica palabras: la salida -dijo- pasa por una recesión fuerte. Nadie, sin embargo, logra reunir una masa crítica para provocar la crisis política que daría paso a esa salida. Las principales cámaras de empresarios, incluidas las extranjeras, han comenzado a reunirse para discutir temas que calificaron de “institucionales”. El “círculo rojo” ya está dibujando alternativas. Rodolfo Terragno piensa que la crisis en curso termina con el presidencialismo y que habría que ir a un régimen parlamentario.
La retirada estratégica del kirchnerismo pasa por el intento de copar el Poder Judicial, para cuidar sus huesos y sus cajas. La aplicación de la ley de medios se encuentra paralizada por las idas y vueltas de los propios empresarios K, incluidos eventuales acuerdos con Clarín. El otro aspecto de la retirada es Milani, del cual espera el apoyo en caso de crisis política. Carlos Pagni, el columnista de La Nación, advirtió que lo mismo esperaba Salvador Allende cuando nombró a Pinochet (y los laderos de Isabelita y los radicales cuando encumbraron a Videla como jefe del Ejército).
En la burocracia sindical, la novedad más relevante es el giro de Gerardo ‘601’ Martínez hacia la oposición y las declaraciones cada vez más “destituyentes” del ‘tranviario’ Fernández y del ‘fraternal’ Maturano. La burocracia sindical opera en relación estrecha con el ‘vaticano’ Francisco, quien acaba de pedir -nada menos que a De Mendiguren- que “cuiden a Cristina”. Es una clara alusión de Bergolio a una incapacidad de CFK para seguir gobernando. La cumbre de Mar del Plata convocada por Moyano, Barrionuevo y Fernández -a la que prometen asistir Scioli, De la Sota y Massa- tiene por objetivo dejar armada la sucesión anticipada de Cristina. Este frente considera que de lo contrario todo se desmadra! , sin alternativa. Pero todavía hay que sacudir el árbol.
Inquietud popular
En contraposición con este impasse que se disimula con ajetreos que apenas ocultan su línea conspirativa, las inquietudes se multiplican entre los trabajadores por los motivos más diversos: despidos, reclamos salariales, cortes de luz; crisis de salud, educación y vivienda; crisis provinciales y la continua operación de la mafia de la trata. Llamamos a apoyar todos estos reclamos y, particularmente, el salario mínimo de ocho mil pesos, con el planteo de que las organizaciones obreras convoquen a un congreso de trabajadores para impulsar un plan de lucha y un programa económico y político alternativo de la clase obrera.