Dice Francisco
Me tomé el atrevimiento de copiar un párrafo del libro "Sobre el Cielo y la Tierra" de
Jorge Bergoglio y Abraham Skorka. Editorial Sudamericana, pensando en esclarecer
un poco el tema ya instalado de
PORQUE "FRANCISCO"
"Bergoglio: En el cristianismo tomamos ese versículo – herencia judía – de Isaías: “No te desentiendas de la carne de tu hermano”. La clave está en la parábola del Juicio ´final, cuando el rey pone unos a la derecha y otros a la izquierda (los buenos y los malos). A los de la derecha les dice: ·ventas, benditos del padre, porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve se y me dieron de beber; estaba desnudo y me vistieron; estaba enfermo y me visitaron”. Ellos le preguntan cuándo hicieron eso y él les contesta que, cada vez que lo hicieron con alguno de los pequeños de su reino, lo hicieron con él. A los otros, los que no lo hicieron, los condena. En el cristianismo, la actitud frente a la pobreza y al pobre es – esencialmente – de real compromiso. Y añado algo mas: ese compromiso tiene que ser cuerpo a cuerpo. No alcanza con que sólo esté mediatizada por las instituciones, que sirve porque tiene efecto multiplicador pero no es suficiente, no exime de la obligación de establecer contacto con el necesitado. Hay que cuidar al enfermo – aun cuando genere rechazo, repugnancia -, se debe visitar al preso- … A mi me cuesta horrores ir a una cárcel porque es muy duro lo que se ve allí. Pero voy igual, porque el Señor quiere que esté cuerpo a cuerpo con el necesitado, con el pobre, con el doliente. La primera atención a la pobreza es de tipo asistencial: “¿Tenés hambre? Tomá, acá tenés algo para comer”. Pero la ayuda no debe quedarse ahí, hay que trazar caminos de promoción y de integración a la comunidad. El pobre no tiene que ser un marginado perpetuo. No podemos aceptar que el discurso subyacente sea: ·Los que estamos bien les damos algo al que está mal, pero que se quede allí, lejos de nosotros”. Eso no es cristiano. Es imprescindible incorporarlo cuanto antes en nuestra comunidad, con educación con escuelas de artes y oficios … De manera que pueda salir adelante. Esta concepción es la que primó a fines del siglo XIX con las escuelas que creó Don Bosco para todos los chicos indigentes que juntaba en su oratorio. Don Bosco pensaba que no tenía sentido mandarlos al liceo porque no les iba a servir para sus vidas, entonces creó las escuelas de artes y oficios. Algo similar están repitiendo los curas de las villas en Buenos Aires; buscan que, con uno o dos años de aprendizaje, los pibes salgan con una formación que les cambie la vida; electricistas, cocineros, costureros … hay que promover que se ganen el pan. Lo que degrada al pobre es no tener ese óleo que lo unge de dignidad: el trabajo. No hay que hacerle asco al pobre, hay que mirarlo a los ojos. A veces resulta incómodo, pero debemos hacernos cargo de lo que estamos viviendo. El gran peligro – la gran tentación – en la asistencia a los pobres reside en caer en el paternalismo protector, que en última instancia no los deja crecer. La obligación del cristiano es integrar al más desposeído en la misma comunidad, como se pueda, pero integrarlo de alguna manera."
Sobre el Cielo y la Tierra. Editorial Sudamericana. Pag. 160.
CLARITO COMO AGUA DE MANANTIAL.
Ricardo Rubén Romero
Jorge Bergoglio y Abraham Skorka. Editorial Sudamericana, pensando en esclarecer
un poco el tema ya instalado de
PORQUE "FRANCISCO"
"Bergoglio: En el cristianismo tomamos ese versículo – herencia judía – de Isaías: “No te desentiendas de la carne de tu hermano”. La clave está en la parábola del Juicio ´final, cuando el rey pone unos a la derecha y otros a la izquierda (los buenos y los malos). A los de la derecha les dice: ·ventas, benditos del padre, porque tuve hambre y me dieron de comer; tuve se y me dieron de beber; estaba desnudo y me vistieron; estaba enfermo y me visitaron”. Ellos le preguntan cuándo hicieron eso y él les contesta que, cada vez que lo hicieron con alguno de los pequeños de su reino, lo hicieron con él. A los otros, los que no lo hicieron, los condena. En el cristianismo, la actitud frente a la pobreza y al pobre es – esencialmente – de real compromiso. Y añado algo mas: ese compromiso tiene que ser cuerpo a cuerpo. No alcanza con que sólo esté mediatizada por las instituciones, que sirve porque tiene efecto multiplicador pero no es suficiente, no exime de la obligación de establecer contacto con el necesitado. Hay que cuidar al enfermo – aun cuando genere rechazo, repugnancia -, se debe visitar al preso- … A mi me cuesta horrores ir a una cárcel porque es muy duro lo que se ve allí. Pero voy igual, porque el Señor quiere que esté cuerpo a cuerpo con el necesitado, con el pobre, con el doliente. La primera atención a la pobreza es de tipo asistencial: “¿Tenés hambre? Tomá, acá tenés algo para comer”. Pero la ayuda no debe quedarse ahí, hay que trazar caminos de promoción y de integración a la comunidad. El pobre no tiene que ser un marginado perpetuo. No podemos aceptar que el discurso subyacente sea: ·Los que estamos bien les damos algo al que está mal, pero que se quede allí, lejos de nosotros”. Eso no es cristiano. Es imprescindible incorporarlo cuanto antes en nuestra comunidad, con educación con escuelas de artes y oficios … De manera que pueda salir adelante. Esta concepción es la que primó a fines del siglo XIX con las escuelas que creó Don Bosco para todos los chicos indigentes que juntaba en su oratorio. Don Bosco pensaba que no tenía sentido mandarlos al liceo porque no les iba a servir para sus vidas, entonces creó las escuelas de artes y oficios. Algo similar están repitiendo los curas de las villas en Buenos Aires; buscan que, con uno o dos años de aprendizaje, los pibes salgan con una formación que les cambie la vida; electricistas, cocineros, costureros … hay que promover que se ganen el pan. Lo que degrada al pobre es no tener ese óleo que lo unge de dignidad: el trabajo. No hay que hacerle asco al pobre, hay que mirarlo a los ojos. A veces resulta incómodo, pero debemos hacernos cargo de lo que estamos viviendo. El gran peligro – la gran tentación – en la asistencia a los pobres reside en caer en el paternalismo protector, que en última instancia no los deja crecer. La obligación del cristiano es integrar al más desposeído en la misma comunidad, como se pueda, pero integrarlo de alguna manera."
Sobre el Cielo y la Tierra. Editorial Sudamericana. Pag. 160.
CLARITO COMO AGUA DE MANANTIAL.
Ricardo Rubén Romero